Wednesday, March 02, 2011

Paco Luna: Una poética del poder

UNA POÉTICA DEL PODER
Francisco Luna

Explorar los vericuetos del poder, su definición, su génesis, su práctica, su significado y sentido en estadios civilizatorios localizados en el riel histórico y su expresión en un complejo engranaje de relaciones políticas, financieras y religiosas, tiene, de suyo, el problema o el reto de hacerlo asible y aprehensible en el nivel, al menos, de la enunciación que configura su concepto, imagen, núcleo semántico o su definición cuando las estrategias discursivas posibilitan su (re)invención, su resemantización en el plano de la realidad real o en el de la ficción literaria que lo connota y lo rescata del ocultamiento a que lo destina el discurso político y el de los políticos.
Estamos ante un libro que es un tributo a la inteligencia, en el sentido verdadero y humanista del término. Un ensayo que inventa el sistema conceptual y referencial para sacar el conejo de la chistera, realizar el acto de ilusión literaria para dibujar las caras que el poder tiene en los diferentes espacios y tiempos en los cuales se representa y oculta, se nos muestra y desaparece, o para decirlo en las palabras del filósofo checo Karel Kosik, la forma como se mueve en "un claroscuro de verdad y engaño".
Inventar el poder no es explicarlo con la contundencia que se explica un proceso físico o químico. Inventar el poder desde el periodismo, la literatura, las ciencias sociales, es sugerirlo. Poner el método de documentación y el estilo literario para exponerlo como un tema, un artilugio, un símbolo, un mecanismo, una estructura, una corporación, una forma, un modo de pensarlo y ejecutarlo; un sueño, tal vez, una aproximación, un código, una institución, un designio, un maleficio, un sistema perfectamente diseñado para el control, la intimidación, el terror, la sujeción del súbdito-ciudadano, que como dice Elías Canetti, de rodillas ante el poderoso suplica la gracia y el perdón o se resigna a que sobre él caiga la cuchilla que siega su voluntad y su conciencia. O, de modo contrario, el poder presume, derrocha, se jacta, manda, dicta, obliga, engaña, simula, discrimina, divide, prohíbe, desinforma, vigila, espía, castiga, recompensa, favorece, apapacha, corrompe, induce, niega, otorga, promete, rechaza, seduce, juega. Todo y nada, su único fin es su principio: conservarse.
Pero para conservarse y preservarse, el poder y sus agentes enseñan la cara, la máscara, más exactamente. Imposible descubrirlo. Debajo la máscara hay otra, hay otras. La teatralidad es su elemento: va de la tragedia a la comedia; de la farsa al vodevil. Sus protagonistas son metamórficos, son ángeles y demonios, son rostros humanos o entidades conocidas por los efectos de su acción, de su interacción. Símbolos e instituciones, figuras jurídicas y procedimientos legalizados, puestos de elección popular y corporaciones de legitimidad representados en gobierno y partidos, violencia y propaganda, los cuatro lados que cimientan el monolito, el templo que alberga a Él, el supremo (poder) .
Si digo que es un ensayo inteligente es porque su diseño y arquitectónico aspira, como la desestructuración de sus pirámides, a tender un buen cimiento y sobre ello edificar los niveles, de significación en este caso, que realcen la cúspide que revele, concretice y humanice el poder y sus dispositivos, sus personajes y estrategias.
En el basamento echado con los argumentos que presta la filosofía, la filología, la psicología clínica, la antropología y la literatura, el análisis del poder adquiere corporeidad y ubicación espacio-temporal. ¿Quiénes son sus usufructuarios y representantes? ¿Cómo piensan sienten y se comportan? ¿Cuándo surge la idea y práctica contemporánea del poder en México? ¿Qué estrategias, organismos y coartadas lo sustentan y lo definen?
Sin duda, son los políticos profesionales y los gobernantes los depositarios y guardianes del poder y las instituciones que lo legitiman. Contrariamente a la idea que tenemos de los políticos, que en estos tiempos es difícil distinguirlos de los policías y los mafiosos: su parafernalia es su gatopardismo: las esclavas y los torsales, las suburban y los teléfonos celulares son los distintivos que sintetizan los usos y abusos del poder. Contrariamente, repito, este ensayo propone otra mirada de tales sujetos: la compasión que provoca su miseria, su pérdida del lenguaje y el contacto con la realidad, su mirada parcial de la realidad sacada de reseñas informativas, chismes, rumores, que sus asesores y amanuenses le proveen. Con ellos opera un proceso de Invención de la Realidad pero de modo inverso al que este libro plantea, ellos inventan su realidad negando la realidad, paradójicamente, inventan omitiendo, deformando, falsificando.
Pero qué son los políticos mexicanos sin el Partido, sin el PRI. Seguramente nadie o personajes de la picaresca mexicana, si bien les va. El partido es la agencia que otorga y quita el poder. Dentro de él se vale todo, fuera de él nada. Se alaba, se espía, se arrebata, se bloquea, se congela, se erige, se promueve, se unge y, dicen que ahora hasta se mata. Que me disculpe el exdiputado Sabines: "Yo no lo sé de cierto, lo vi en la tele".
Si bien se ha hecho la metáfora del poder actual con el que se ejecutaba en el pasado prehispánico, pasando por la instituciones virreinales y la forma televisiva en que Porfirio Díaz se lo agenció y preservó en tres décadas, el modo como se define en la actualidad el poder tiene su génesis en la forma como Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles lo disputaron, lo agandallaron constitucionalmente y erigieron con el un país institucionalmente bronco. Jorge Amado dice en Tocaia Grande, cito de memoria:

"Primero el garrote, luego la trampa, después la ley".(Cualquier parecido con el dark side of the mexican power de hoy, es pura profecía literaria).
Pero el poder de los caudillos, su manera de gobernar, su autoritarismo, su sangre fría, se analiza en este libro desde la perspectiva literaria. Son La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán y Pedro Páramo de Juan Rulfo, los paradigmas para configurar una interpretación del origen tramposo y cuatrero de la herencia obregonista del poder y el signo paternalista y cacique del General Calles. Un intento, pues, bien documentado de la transmutación de la historia en literatura y de la literatura en hermenéutica de la historia.
Paréntesis para la autodefensa regional: (¿Somos los sonorenses clasemedieros unos hijos de la tal por cual sólo por la herencia maldita que nos legaron los caudillos, nuestros paisanos? Pues en el capítulo que se titula "La tragedia del presidencialismo", en la página 87 Campbell dice:"Tampoco hay que olvidar que el PRI es de matriz sonorense. Algo ha de haber del modo de ser de no pocos sonorenses en la filosofía pragmática y utilitarista de la clase media: la aceptación del imperio de los vividores como una cosa natural." Creo que la generalidad del juicio se vuelve metonimia y reduce el todo a una de sus partes. Y si el modo metafórico, sinecdóquico, era su definición estilística, el reduccionismo se vuelve pérdida de estilo. ¡Lástima, Margariux!)
Otros elementos que descubren y ejemplifican el poder son la prefabricación del delito, de la culpa, de los delincuentes y culpables, los chivos expiatorios de las transas y los crímenes gestados desde el interior del huevo de la serpiente del poder. Característica por demás vigente e inocultable.
Maquiavelo dixit: "Gobernar es hacer creer", y para hacer creer a los gobernados la realidad que diseña el poder es necesaria la propaganda, es decir, un complejo que amarre a todos los medios masivos de comunicación, escritos y electrónicos, para configurar su verdad y ejercer el poder, desfigurar su rostro verdadero.
Si vuelvo a decir que es un libro inteligente es porque lo escribió un amigo, es porque a pesar del pesimismo con que puede darse un tema tan escabroso y volátil como el poder, tiene en su prosa, en su sintaxis, el optimismo que posibilita la literatura y los discursos alternativos que brotan desde el pasamontañas y el periodismo honrado y sin tapujos. Me atrevo a decir que estamos con este libro ante una poética del poder, finalmente, un libro que ahora hace mucha mucha falta.

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