Sunday, December 03, 2006

La isla del tesoro

Se presume que es un tema sólo comprensible para los “ingenieros financieros”, poseedores de un saber críptico, no disponible para el común de los mortales. Pero en términos de composición de poder extranacional, el archipiélago planetario de la criminalidad financiera no tiene tanta ciencia. Basta ver cómo se colocan las piezas y cómo las manejan los corredores de bolsa, los narcotraficantes (pioneros de la globalización), los vendedores de armas, los banqueros, los gerentes de empresas transnacionales, los políticos en funciones, los secretarios administrativos, et al. Incluso países tan decentes como la Gran Bretaña, Holanda y, ah, of course, the United States of America, se sirven de sus excolonias para triangular y legalizar operaciones echándole dinero limpio al dinero sucio.
“Para disimular un mayor monto de recursos públicos no declarados en el saneamiento del banco Inverlat, se triangularon fondos fiscales a través de las islas del gran Caimán, reconocidas como uno de los refugios más utilizados para limpiar dinero debido a su laxa reglamentación y normatividad”, escribió Israel Rodríguez en La Jornada el 23 de julio.
Mario di Costanzo, exsecretario técnico de la Comisión para Investigar el funcionamiento del IPAB, dijo que los operadores de esta intrincada red fueron Gabriel Reyes Corona, Eduardo Fernández y el exsecretario del extinto Fobaproa, Javier Arrigunaga. La movida fue inyectarle 2 mil 500 millones de dólares a Inverlat para su posterior venta al canadiense Banco de Nueva Escocia.
Ciertamente en la era de la electrónica y la globalización no cuenta mucho que un lugar esté cerca o lejos, pero tal vez algunos mexicanos no estén muy conscientes de que las islas Caimán están a un pasito de Cancún, y todavía más a la mano de Cozumel: a media hora de vuelo y a dos horas desde Miami. La Grand Caymán se encuentra abajo de la isla de la Juventud en Cuba y en la ruta aérea que va de Cancún a Montengo Bay, en Jamaica.
En The Firm (“El despacho”), la película basada en la novela de John Chrishman, Tom Cruise se mete en la inocente isla turística y comprueba que su despacho de abogados en Memphis está en la licuadora de las cuentas y subcuentas que se mueven sólo para reciclar los fondos ilegales con los legales en múltiples triangulaciones, de un paraíso fiscal a otro, para que sea imposible el rastreo de su origen. Las mismas técnicas y los mismos circuitos sirven para perder por el mundo los remanentes de las campañas políticas, los guardaditos de los fraudes fiscales, las ganancias de las multinacionales, gracias en gran parte a la revolución tecnológica de las comunicaciones. Un mundo nuevo. Todo en aras la expansión capitalista lubricada con las utilidades del gran crimen organizado que escapa a cualquier tipo de control nacional o internacional. Tan sólo la red de telecomunicaciones financieras mundiales interbancarias, conocida como Swift, que agrupa a 4,000 mil bancos, realiza al día diez millones de transferencias codificadas.
El archipiélago del capitalismo triunfante y delictivo se despliega por arriba y por debajo de Cuba. Las islas Bermudas, las Bahamas, las Turcas y Caicos (inglesas), las islas Vírgenes, Las Caimán, Jamaica, la República Dominicana, Aruba (holandesa), Barbados, Granada, Antigua y Barbuda, Anguilla, hacen posible por su impunidad inventar legalmente sociedades fantasma. Basta tener un fólder en el archivo de algún abogado.
Basta tener un fólder en el archivo de algún abogado. Las Caimán forman parte de los restos del imperio británico, que así se beneficia del lavado de dinero, tanto como las islas Turcas y Caicos, que se localizan un poco hacia el norte de la República Dominicana.
Instrumentos teóricos no faltan. La Procuraduría General de la República lleva ya dos libros publicados sobre el lavado de dinero: La experiencia francesa y la movilización internacional en la lucha contra el lavado de dinero y Criterios y análisis de lavado de dinero. Compendio legislativo. Son de distribución gratuita y pueden solicitarse a la pgr. Si a alguien le interesa.
Otra información valiosísima es la que aparece en Le Monde Diplomatique en su número de abril de 2000, dedicado a la criminalidad financiera y la mercado de la ley. Véanse los artículos de Christian de Brie y de Jean de Maillard. Si los estados permiten este casino de las mafias y las empresas transnacionales y bancarias no es porque no sepan cómo está la jugada. Pero no se esmeran mucho. Al fin y algo cabo todo se hace dentro de las más estricta legalidad. Otra vez: la coartada de la legalidad.
En las islas Caimán. Allí pueden los bancos reducir artificialmente su tributación y gestionar el patrimonio opaco de sus mejores clientes. Esta zona de tolerancia, de la que se sirvió Inverlat, constituye uno más de los paraísos fiscales, territorios “dañinos” y refugio para el blanqueo de capitales, y un extraordinario negocio para la banca española. ¿Y por qué no para la “mexicana”?

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